El Rincón de Ademuz conforma un clima continental, con inviernos moderadamente fríos y veranos secos y calurosos, muy dependiente de las tormentas en la época estival y con un rango altitudinal considerable, que oscila entre los 600 metros de la parte más baja de la vega del Turia en Casas Bajas, hasta los 1836 metros del Alto de las Barracas en la Puebla de San Miguel. La gran diferencia de altitudes crea una orografía montañosa, con desigual exposición a los vientos húmedos, que descargan precipitaciones apreciablemente mayores en las partes altas y expuestas, lo que sumado a la diferencia de temperaturas y a la variabilidad de los suelos, crean un mosaico de ecosistemas realmente destacable.
La comarca se ha caracterizado desde la segunda mitad del siglo XX por el abandono de las tierras de cultivo y las repoblaciones masivas de sus montes, generalmente de pino carrasco (Pinus halepensis) en sus partes bajas y de pino laricio (Pinus nigra) en sus partes altas, quedando la agricultura relegada a los escasos terrenos llanos que posibilitan cultivos de secano, principalmente almendro, olivo, plantas aromáticas y en menor medida cereales. Esta desaparición progresiva de la superficie cultivable y la colonización imparable de las especies forestales, dotan a nuestro territorio con un enorme potencial como reservorio de la biodiversidad valenciana para el futuro.
Los montes o terrenos forestales son todas las superficies cubiertas de especies forestales arbóreas, arbustivas, de matorral o herbáceas, de origen natural o procedente de siembra o plantación, que cumplan o puedan cumplir funciones ecológicas, de protección, de producción, de paisaje o recreativas. El Rincón de Ademuz se engloba administrativamente en la demarcación de Chelva.
Según Rivas Martínez (1987), se entiende por piso bioclimático cada uno de los espacios que se suceden altitudinalmente. Las unidades bioclimáticas se delimitan en función de las temperaturas, de las precipitaciones y de la distribución de ambas a lo largo del año. A cada piso bioclimático le corresponden, una serie de comunidades vegetales que varían en función de las regiones biogeográficas, pero que mantienen grandes rasgos en común.

La comarca del Rincón de Ademuz situada en la región mediterránea ocupa 3 pisos bioclimáticos bien diferenciados:
- Mesomediterráneo.
- Supramediterráneo.
- Oromediterráneo.
MESOMEDITERRÁNEO: Ocupa las partes bajas desde los 600 hasta los 1.100, metros, con profundos barrancos, muelas y laderas abancaladas que jalonan la depresión del Turia a su paso por la comarca. En este área se desarrollan principalmente bosques esclerófilos, con hojas perennifolias xerofíticas adaptadas al calor y a la sequía, como encinas y coscojas, y bosques de coníferas aciculares o escuamiformes, como los pinos o las sabinas y algún bosque caducifolio en los hondos de los barrancos y la vega del Turia, conformando comunidades vegetales lineales muy ricas, que juegan un papel importante en la regulación del flujo de agua, en su depuración, en la recarga de acuíferos y en la acogida de fauna.
Destacan las siguientes formaciones:
Pinares de pino carrasco (Pinus halepensis): El carácter pionero de esta especie y su buena adaptación a condiciones áridas, han hecho que conforme una de las masas arbóreas más extendidas en la comarca. Son esencialmente masas puras procedentes de repoblaciones, con densidades muy elevadas y escasa regeneración natural, que no realizan una autopoda en su crecimiento y dada la continuidad leñosa de la masa suponen un riesgo efectivo ante posibles incendios. Especie muy adaptada a los incendios, con piñas pirófilas, se abren liberando los piñones que salen despedidos a varios metros de distancia, provocando nuevos fuegos y eliminando a las especies competidoras en la lucha por la regeneración post incendio. El sotobosque suele ser pobre en los pinares de repoblación, no así en los procedentes de regeneración natural, acompañados de otras especies adaptadas a los incendios como la garriga y los matorrales xerotermófilos que se definen a continuación.

Garriga o coscojar (Quercus coccifera): Son ecosistemas no arbolados, característicos de regiones semiáridas, forman pequeñas manchas ocupando las laderas más empinadas y rocosas de los valles, muy soleadas, donde no se han llegado a implantar cultivos debido a la pendiente, en suelos degradados y poco profundos, constituye una de las etapas pioneras de recuperación del paisaje forestal. Bastante extendido en el valle del río Ebrón. Junto a la coscoja proliferan otras especies leñosas como los espinos (Rhamnus sp), sabinas y enebros (Juniperus sp), lentiscos (Pistacia sp) y otros matorrales xerotermófilos de talla pequeña que se definen a continuación, mezcladas con arbustos y plantas herbáceas, y especies bulbosas de varias familias, como las orquídeas, los tulipanes, las cebollas…

Matorrales xerotermófilos: Se incluye un número importante de comunidades vegetales lamiáceas, ricas en plantas aromáticas y medicinales: esplegares (Lavandula sp), romerales (Salvia sp), aliagares (Genista sp) y otras labiadas endémicas como los tomillares (Thymus sp). Son matorrales acusadamente termófilos, soportan valores extremos de temperatura, y sequías muy pronunciadas. Resultan una de las comunidades vegetales más abundantes de la comarca, pues es la primera fase de repoblación natural de cultivos abandonados y en la totalidad de zonas llanas o abancaladas entre los 700 y 1.100 metros, donde no se han producido repoblaciones, forman tapices uniformes y espesos de escasa altura, no superior a 40 cm, con una biodiversidad extraordinaria, donde abundan las caracolas. Destacan “El Losar” de Vallanca y los “Llanos del Pinar”, ambos en la zona occidental de la comarca, ricos en aves esteparias como la cogujada montesina (Galerida theklae), la alondra común (Alauda arvensis), o la collalba gris (Oenanthe oenanthe), siendo la especie más destacable la alondra ricotí o de Dupont (Chersophilus duponti), en peligro de extinción.

Carrascales o encinares (Quercus ilex): Esta especie no suele conformar masas puras en nuestra comarca, de increíble valencia ecológica, siendo especie acompañante de pinares y sabinares, habitualmente jalonando los cultivos en sus márgenes, requieren unas condiciones de humedad y suelo mayores. Formaciones escasas en nuestro territorio, salvo en las extensas estepas que ocupan la parte suroccidental en el paraje del “Pinar Llano” a una altura entre los 900 y los 1.100 metros y en alguna ladera expuesta de la “Sierra Tortajada” y otros bosquetes alrededor del municipio de la Puebla de San Miguel, generalmente en estado de aprovechamiento en monte bajo y sin desarrollar pies de envergadura. Especie también adaptada a los incendios, con una gran capacidad de rebrotar de cepa o de raíz, si el incendio no es excesivamente virulento.

Bosque de ribera: Es un ecosistema forestal arbolado de carácter azonal, marcado por la proximidad a cauces de agua continuos, en suelos profundos y con nivel freático, capa de agua absorbida por el terreno circundante. En nuestra comarca destacan los cauces del Bohilgues, del Ebrón y del Turia, formando bosques lineales a los lados del cauce, que no dependen tanto de las precipitaciones ni de las temperaturas, pues la cercanía al cauce les proporciona la humedad necesaria. En función de la necesidad de agua, la resistencia a las avenidas y la capacidad para soportar inundaciones periódicas, las distintas especies se distribuyen más cerca o más lejos del cauce, creando un patrón de distribución “en bandas”. La primera banda de vegetación está formada por sauces (Salix sp), cuyas raíces necesitan estar en contacto directo con el agua. La siguiente la forman chopos y álamos (Populus sp), y alisos (Alnus glutinosa) poco frecuente. Y una tercera banda más alejada, la forman fresnos (Fraxinus sp) y olmos (Ulmus sp). Debido al progresivo abandono de las huertas y frutales, es una vegetación en auge, aumentando su extensión y formando la comunidad vegetal más rica de todas las que podemos encontrar en nuestra comarca, acompañada de nogales (Juglans regia), almeces (Celtis australis), cerezos y otros frutales asilvestrados (Prunus sp). Cabe destacar en las aguas del río Bohilgues la población de cangrejo autóctono (Austropotamobius pallipes) y a su vez en el río Ebrón la de trucha común (Salmo Trutta), auténticos tesoros de nuestra comarca prácticamente desaparecidos del territorio valenciano. También podremos encontrar la nutria (Lutra lutra), en una lenta pero incansable expansión en el rio Turia.

Entornos yesíferos y cárcavas: Ambientes propios de climas áridos, donde la vida se sostiene sobre un equilibrio muy sensible. Lo forman ecosistemas asociados a yesos, considerados como auténticos secarrales desprovistos de vida interesante, sin embargo, detrás de la imagen de terreno baldío, cuentan con una riqueza ambiental impresionante, que ha desarrollado estrategias únicas para poder vivir con unas condiciones tan hostiles, donde solamente un grupo reducido de plantas pueden prosperar. Ese aislamiento ha promovido procesos de especialización y, por tanto, son entornos fantásticos para estudiar la evolución de las especies. Existen especies vegetales íntimamente ligadas a suelos yesíferos, las llamadas plantas gipsófilas (Gypsophila sp). Se caracterizan por la extrema pobreza en nutrientes esenciales, con carencias importantes de nitrógeno y fósforo, formados a partir de acumulaciones sedimentarias, en la mayoría de los casos procedentes de antiguos entornos marinos, a los que la población solamente se ha acercado para explotar su gran riqueza minera. Forma pequeños enclaves a lo largo del valle y en todas direcciones, más extendidos en la zona nororiental, aunque espontáneamente aparecen en toda la comarca.

SUPRAMEDITERRÁNEO: Dependiendo del ombroclima (condiciones de humedad), generalmente semiárido o seco, la altitud se sitúa en nuestra comarca entre los 1.000 y los 1.700 metros, con temperaturas medias anuales comprendidas entre los 8 ºC y los 12 ºC. Se trata de un clima de montaña, con fuertes heladas en invierno y temperaturas elevadas en verano. Las comunidades vegetales que lo forman están muy determinadas por la profundidad del suelo y su exposición, ombría o solana. La vegetación se caracteriza por bosques de coníferas y alguna especie marcescente (las hojas permanecen en el árbol durante la estación fría) como el quejigo, y alguna otra caducifolia como los servales (Sorbus sp).
Destacan las siguientes formaciones:
Las cupresáceas (Juniperus sp): Forman paisajes esteparios, poco densos, generalmente debidos a la invasión de cultivos anteriores, y en mayores altitudes donde no se han llegado a implantar cultivos y su mayor aprovechamiento ha sido el ganadero como en La Puebla de San Miguel, en suelos calizos, ondulados o ligeramente llanos, aparentemente pobres, desprotegidos y hostiles. En la zona oriental destaca el “Paraje de Las Blancas”, sabinas albares que rondan los 1.000 años de edad, en el parque natural de La Puebla de San miguel. Son formaciones abiertas, ricas en pastos y plantas aromáticas, cuya especie más representativa es la sabina albar (Juniperus thurifera), de madera imputrescible con la que se fabricaban vigas que pasaban de unas casas a otras en el transcurso de los siglos, y que ahora su corta está prohibida. La acompañan otras especies cupresáceas de menor porte, como la sabina mora (Juniperus phoenicea), el enebro de la miera (Juniperus oxycedrus), o el enebro común (Juniperus communis), cuyas bayas se utilizan para aromatizar la ginebra.

Pinares de pino rodeno (Pinus pinaster): Aparecen asociados a sustratos silíceos o suelos calizos muy lavados, con pH menor de 7. Se sitúan ocupando las laderas de la zona norte, con mayores índices de precipitación, asentados sobre areniscas triásicas en el término municipal de Castielfabib, anexa al “Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno” en Teruel, conformando una pequeña área de gran valor ambiental y paisajístico. La madera es muy apreciada, pues proporciona fustes muy rectos, de grosores apreciables y con un crecimiento relativamente rápido. Sus acículas y piñas son las de mayor tamaño que podemos encontrar en el territorio. El mayor valor radica en al aprovechamiento de la resina para la fabricación de ceras, gomas, pinturas, tintas, disolventes, perfumes, etc.. Al pino rodeno le acompañan especies arbustivas como los enebrales (Juniperus sp), las jaras (Cistus sp) o los brezos (Calluna vulgaris). También abundan las especies aromáticas como la lavanda o el espliego. Por último destacar la diversidad de setas y la abundancia de ungulados.

Pinares de pino negral y silvestre (Pinus nigra y Pinus sylvestris): Comparten territorio, aunque el pino silvestre está mejor adaptado a sufrir las inclemencias meteorológicas a mayor altura. Encontramos esta vegetación entre los 1.100 y los 1.700 metros sobre todo en la mitad oriental, en las estribaciones de Javalambre, aunque también existe una importante franja en la parte occidental en las estribaciones de la “Sierra de Santerón”, “El Cabezo” y “La Cruz de los Tres Reinos”. Gran parte de las formaciones son pinares densos, procedentes de repoblación sobre todo en la parte oriental de los municipios de Casas Altas y Ademuz. En cambio las formaciones orientales de Vallanca y Castielfabib, así como las de mayor altura en La Puebla de San Miguel son absolutamente naturales, conformando el ecosistema más extendido en nuestra comarca. En muchos casos son pinares abiertos, mezclados con sabina albar y otras especies arbustivas, muy característico de las solanas y cordales de las sierras, donde la limitación de suelo no permite almacenar suficiente agua para crear formaciones densas.


Por otra parte, el pino silvestre ocupa las zonas más altas, desde los 1.500 metros hasta el límite de la vegetación que ronda el “Cerro Calderón”, techo de la Comunidad Valenciana, en el “Parque Natural de la Puebla de San Miguel”, presentando forma densa o boscosa y edades adultas, destacando el “Pino de la Tres Garras” o “Pino Vicente”, en el “Vago de la Culebra”, el de mayor tamaño y longevidad de la Comunidad Valenciana. Cabe destacar también en este parque natural, la microrreserva de tejos en el “Barranco de Cañada Jorge”.
Quejigares (Quercus faginea): Forma pequeños bosquetes en la franja de los 1.100 metros, siempre mezclado con otras especies de pinos, carrascas y sabinas, aunque esporádicamente se le pueda encontrar en altitudes menores en vaguadas y barrancos. Requiere un régimen de humedad exigente y una mayor profundidad de suelo, encontrando en nuestra comarca su límite vital, en las ombrías del valle del río Bohilgues muy cercano a la población de Vallanca, en la cabecera de la rambla de Negrón, en la ombría de Mas del Olmo y en los piedemonte del valle del río Ebrón, en las cercanías de la aldea de Los Santos.

OROMEDITERRÁNEO: Corresponde a las cumbres más altas de las sierras de clima mediterráneo, que presentan temperaturas medias anuales comprendidas entre los 4ºC y los 8ºC. En la Comunidad valenciana solo podemos encontrar este ecosistema en el “Cerro Calderón” o “Alto de las Barracas” y en la “Ceja de Las Ballesteras”, en las cabeceras de los barrancos de “La Hoz”, “El Saladillo” y “Cañada Jorge”, en una pequeña superficie situada entre los 1.700 y los 1.836 metros. Se sitúan por encima del límite de los árboles con suelos pobres y fuertes vientos, están formados por árboles enanos y retorcidos de crecimiento lento debido al corto período vegetativo anual, albergando muchas plantas endémicas y distintivas que han evolucionado en respuesta al clima de montaña, frío y soleado, presentan adaptaciones como estructuras gigantes en roseta, superficies serosas y hojas peludas.
Herbazales de montaña: En este grupo se sitúan los enebrales de montaña (Juniperus communis), con abundantes tapices de erizo o cojín de monja (Erinacea anthyllis) y de sabina rastrera (Juniperus sabina), que emiten numerosas ramas tendidas sobre el suelo manteniendo la hoja todo el año, formando cavidades bajo los ventisqueros de nieve que conservan su espacio vital, favoreciendo algunas especies características como Festuca hystrix, Poa ligulata o Helianthemum canum que mantienen sus yemas o propágulos al abrigo de esta cobertura en la época desfavorable, y germinan o se desarrollan a través de ella en la estación favorable. Se desarrollan preferentemente sobre cerros alomados y vertientes de suave pendiente. En sus claros se desarrollan pastizales de hoja dura y tomillares-pradera, salpicados de pies retorcidos de pino albar (Pinus sylvestris), conformando un ecosistema rico en pastos de verano aprovechado por importantes cabañas de ganado ovino. Cabe destacar 2 microrreservas de flora, una en el “Alto de las Barracas”, y otra en el “Barranco del Saladillo”, que albergan poblaciones de especies catalogadas como Vitaliana primuliflora y Ribes uva-crispa, junto a otras no catalogadas como el agracejo (Berberis hispánica) y el tomillo terrero (Thyums godayanus).

Esta gran diversidad de ecosistemas podrás recorrerla a través de la entramada red de senderos del Rincón de Ademuz, conformada por 9 senderos de pequeño recorrido en los que podrás disfrutar además de la belleza de sus paisajes, de la belleza de su patrimonio histórico-artístico, de sus pueblos y de sus gentes.
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