El pasado 6 de Junio, la mina “Fortuna” de Ademuz, situada a escasos 200 metros del municipio turolense de Riodeva, ha recibido el premio ciudadano como mejor proyecto europeo en el marco de la “EU Green Week”, resultando también uno de los tres finalistas en la categoría de Medio Ambiente y Eficiencia en el Uso de los Recursos. La consejera Isaura Navarro ha recogido este galardón europeo acompañada del Director General de Medio Natural, Julio Gómez.
El diseño de esta restauración ya se ha implementado en la mina “Cabezón de la Sal” en Alpuente, así como en la mina “San Luís” de la empresa SAMCA en Arguisuelas, (Cuenca), y pronto lo hará en una decena de minas valencianas abandonadas en Los Serranos (Andilla, Titaguas, Domeño, La Yesa y Villar del Arzobispo), a través de los fondos habilitados de Recuperación y Resiliencia de la Unión Europea.
Otro triunfo para los promotores de esta restauración es el interés que ha levantado a nivel internacional. Técnicos de la empresa estatal minera de Suecia, LKAB, y de la mina colombiana “Cerrejón”, propiedad de la multinacional Glencore, visitaron la restauración de la mina “Fortuna” en Ademuz donde aprendieron los principios de la restauración geomorfológica que ya están replicando en sus países, concretamente en la explotación de hierro de la mina “Kiruna” en Suecia, la más grande del mundo.
Se trata de un proyecto de restauración ambiental y paisajísticaque ensaya nuevas técnicas de restauración de minas en áreas forestales, enmarcado en el programa europeo LIFE Tecmine liderado por la Conselleria de Transición Ecológica. La iniciativa, cofinanciada por la Unión Europea, avanza en nuevas soluciones para frenar la erosión o la pérdida de biodiversidad, impactos que persisten con las prácticas tradicionales de restauración, ya que todos los intentos por regenerar estas áreas se ven frustrados debido a la orografía y el régimen de lluvias torrenciales que afectan al Mediterráneo, provocando que los trabajos de reparación medioambiental se deshagan con las primeras lluvias. La restauración es una herramienta básica para la sostenibilidad minera, pero no suele funcionar adecuadamente por la inestabilidad geomorfológica que genera.
La mina “Fortuna” consistía en una mina a cielo abierto cuya materia prima explotable era el caolín (arcilla blanca) y la sílice (arenas de cuarzo), indispensables para la fabricación de porcelana o cerámica sanitaria y cristal respectivamente. Desde 2005 en la Comunitat Valenciana la restauración debe ser integral siempre que afecte a zona forestal, reintegrando el paisaje que ha sido destruido durante décadasen el medio natural. Todo empezó como un proyecto piloto en 2016 y siete años después es una referencia nacional e internacional, destacando su apuesta por la transferencia de conocimiento y replicabilidad. Supone un claro ejemplo de colaboración entre la administración, la ciencia y la empresa, en la que han participado, además de la Consellería, el consorcio TECMINE, VAERSA, CEAM, CIEF, Universidad Complutense, Universidad de Zaragoza, y Sibelco Minerales.
El proyecto ha trabajado sobre un área de 27 hectáreas donde se han plantado 10.000 plantas de 32 especies diferentes creando nuevos hábitats, y aplicando técnicas que han permitido la restauración del ecosistema forestal, la mejora y fomento de la vegetación y la vida silvestre, la reducción de la tasa de erosión y la sedimentación en el río, aumentando la infiltración de agua y la recarga del acuífero, actuaciones de integración paisajística, así como nuevos usos socioculturales y de ecoturismo en la zona restaurada.
Explica Juan Uriel, jefe del Servicio de Ordenación y Gestión Forestal: “nos dimos cuenta que teníamos que hacer otra cosa, las restauraciones no estaban funcionando”. Contactaron con la Universidad Complutense de Madrid porque sabían que estaban haciendo pruebas de restauración geomorfológica “GeoFluv”. Esta técnica geomorfológica replica la configuración topográfica y de sustratos que tienen los paisajes naturales de origen y lo aplican en esas zonas mineras degradadas, con el objetivo de incrementar su estabilidad ante la erosión hídrica y de maximizar la integración ecológica y paisajística. A esa alianza con la Complutense se unió un consorcio con Vaersa y el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM). Con ellos, la empresa promotora de la mina “Fortuna”, fue el enclave piloto para llevar a cabo esta restauración en 12 hectáreas. Presentaron el proyecto a la Comisión Europea, dentro de la convocatoria LIFE, y se les financió en 2017. Durante los siguientes tres años se llevaron a cabo las obras para mover tierras en ciertos puntos, extendiendo sobre estas zonas un sustrato tipo coluvión, cubriéndolas con lodos de depuradoras compostados y finalmente revegetándolas con especies autóctonas, dando unos resultados excepcionales gracias a que 2021 y 2022 fueron muy lluviosos. Posteriormente se realizó el seguimiento geomorfológico, evaluando las formas de erosión en la restauración entre los años 2019 y 2020, cartografiando el conjunto de regueros generados y su evolución a lo largo de estos años y las plantaciones. “Una de las ventajas de este proyecto es haber demostrado que se puede llevar a cabo una restauración con un coste similar a la reparación del terreno más común, y que no funcionaba, y por 40.000 euros la hectárea se puede reintegrar una mina en el entorno”, explica Uriel. Uno de los puntos más satisfactorios es la laguna, debido a la tierra arcillosa, el agua acaba filtrándose a la superficie y se generan lagos naturales que en este proceso de recuperación se han mantenido, estimulando la creación de un ecosistema húmedo propio. Ya que pueden verse todo tipo de insectos, cangrejos, ranas y mamíferos que se acercan a beber, así como mamíferos y aves.
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