El pasado mes de Febrero, el ayuntamiento de Casas Altas rehabilitó la antigua senda que discurriendo por el Barranco de La Fresnera, en suave ascensión y escasos 40 minutos, culmina en el alto de La Muela a 880 metros de altitud.
Resulta una corta y bonita ruta para hacer en familia, atravesando vestigios de antiguos cultivos de almendro y olivar, podremos recrear tiempos pasados cuando los mulos eran verdaderos protagonistas de estos caminos, en su deambular constante, y cargando en sus alforjas la cosecha o la leña.
Ahora el paisaje ha cambiado, la vegetación forestal reclama su turno, tras el abandono de los cultivos aparecen en primer lugar las plantas colonizadoras y los matorrales heliófilos, resistentes a la falta de humedad y la escasez de nutrientes como son los aliagares (Ulex parviflorus y Genista scorpius), ricos en plantas aromáticas y medicinales, romero (Salvia rosmarinus), espliego (Lavandula latifolia), tomillo (Thymus vulgaris), que tapizan el suelo protegiéndolo de la erosión. Más tarde y aprovechando la protección que les brindan las anteriores, comienzan a aparecer matorrales más densos y altos de rosáceas (Rosa canina y Crataegus monogyna), rhamnaceas (Rhamnus lycioides y Rhamnus oleoides), coscojares (Quercus coccifera)… y otros árboles y arbustos del grupo de las coníferas, muy resistentes a climas fríos y secos, como son las sabinas (Junipherus Phoenicea y Junipherus Thurifera) y el enebro (Juniperus oxycedrus), salpicados de los primeros brinzales de pinaceas (Pinus halepensis y Pinus nigra), formando comunidades vegetales más evolucionadas y resistentes, que finalmente favorecerán el desarrollo de bosques de frondosas, generalmente carrascas (Quercus rotundifolia), encinas (Quercus ilex) y quejigos (Quercus faginea).
La ruta comienza en el puente del río Turia a su paso por Casas Altas, que tomando la pista del Val de la Sabina nos llevará en menos de 5 minutos al mirador del pueblo, donde disponemos de fuente y mesas habilitadas para el recreo. Durante el resto de la senda no encontraremos agua. A partir de este punto, en la curva que forma la pista comienza la senda, que atravesando un denso bosque de pino carrasco de repoblación nos acompañará durante toda la ascensión.



La senda discurre llaneando durante 10 minutos, hasta llegar al mirador de La Fresnera, donde podremos admirar la mole caliza de La Muela, erguida sobre los regadíos del Turia, formando un contrafuerte defensivo del poblado íbero de “La Celadilla (Ademuz)”. En este punto y debido a la humedad constante que desprende el barranco, aparecen árboles frondosos como chopos (Populus nigra), álamos (Populus alba), sauces (Salix sp), almeces (Celtis australis), fresnos (Fraxinus ornus) y olmos (Ulmus minor), que sobresalen entre una maraña de zarzas (Rubus ulmifolius) de las que podremos recolectar las apreciadas moras. A partir de este punto comenzaremos la ascensión, que tras unas lazadas en fuerte pendiente y transcurridos 15 minutos, alcanza la cabecera del barranco, donde el paisaje comienza a abrirse y la vista se pierde en la amplitud del valle. Aquí dejaremos una antigua senda que sale a la derecha, hacia el paraje de Las Picadoras y la pista del Val de la Sabina, que los más deportistas pueden aprovechar para hacer una ruta circular. Nosotros nos dirigiremos hacia la izquierda, atravesando la cabecera del barranco y en suave pendiente, sin pérdida, en poco más de 5 minutos ganaremos el altiplano de La Muela. En este punto existe una bifurcación, donde hacia la derecha continúa otra senda, con la posibilidad de dirigirnos al poblado íbero de Las Celadillas, ya en el término de Ademuz, bajando posteriormente al merendero de Los Arenales, y retornando por la ribera del Turia hasta Casas Altas, completando una ruta circular muy recomendable. Nosotros nos dirigiremos a la izquierda, y en unos escasos 100 metros podremos disfrutar de la grandiosidad de estos parajes, alcanzando la altitud máxima de 880 metros. La vista es excepcional, podremos apreciar la enorme diversidad de paisajes que jalonan el Rincón de Ademuz, desde la fértil ribera del Turia, hasta las escarpadas y frondosas laderas de Javalambre (2.020 m), Tortajada (1.517 m), Talayón (1.601 m) y El Cabezo (1.452 m), pasando por la esteparia llanura de El Pinar Llano, o las erosionadas cárcavas formadas por la multitud de profundos barrancos que nos atraviesan. E incluso más allá, se pierde la vista hacia las montañas de Cuenca y Teruel, El Rodeno, Jabalón y Sierra de Mira. Realmente es un lugar que atrapa tu mirada.
Durante el trayecto no solo podremos observar diferentes paisajes de flora y montañas, sino que es habitual la presencia de una variada fauna, entre la que destacan corzos (Capreolus capreolus), ciervos (Cervus elaphus), cabras monteses (Capra pyrenaica hispanica) y jabalíes (Sus scrofa), que poco a poco y progresivamente van aumentando su presencia gracias a la evolución constante de todas esas pequeñas especies colonizadoras, que aunque a veces insignificantes, ponen su granito de arena en este rompecabezas que es la madre naturaleza.
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